08 Jul El Dr. Moisés Rodríguez Mañero (Cardiólogo) nos da unas recomendaciones para el momento de hacer ejercicio
Muerte súbita
La muerte súbita de origen cardíaco puede llegar a ser la primera manifestación de una cardiopatía subyacente. Además, en ocasiones puede presentarse en individuos previamente asintomáticos. Las etiologías principales en atletas (generalmente, por debajo de 35 años) vienen derivadas de problemas genéticos y/o congénitos (hipertrófica, canalopatías, displasia arritmogénica del ventrículo derecho, etc.) mientras que las de individuos mayores dependen, generalmente de la cardiopatía isquémica. Esto justifica dos aproximaciones diferentes que se detallan a continuación.
La relación entre el riesgo-beneficio de la práctica deportiva es diferente según el perfil clínico de cada paciente, no siendo el mismo por ejemplo para pacientes jóvenes deportistas que para sujetos de mediana edad que practican ejercicio de forma inconstante y sobre todo cuando existen factores de riesgo cardiovascular (a destacar sobre todo el tabaquismo. Es importante destacar que, si bien la práctica deportiva frecuente disminuye el riesgo global de infarto de miocardio y muerte súbita, por otra, el ejercicio vigoroso aumenta la incidencia de acontecimientos coronarios agudos en aquellos sujetos que no entrenan de manera regular. Probablemente, a la espera de nuevos estudios, la respuesta se encuentre en la moderación y el sentido común (o equilibrio riesgo-beneficio), ya que no tenemos que olvidar que el deporte seguro es una importante herramienta de salud.
Pruebas a valorar en el deportista o el no deportista que quiera iniciarlo
A día de hoy parecen existir datos que indican que un chequeo previo a la práctica deportiva ofrece la potencial identificación de aquellos individuos con alteraciones cardíacas que podrían amenazar la vida. Sin embargo, existe una importante controversia en foros cardiológicos sobre la utilidad de implementar esta medida, por su dudosa eficacia, impacto de los resultados falsos positivos y el coste-efectividad del cribado de rutina en toda la población. De hecho, existen discrepancias entre las recomendaciones a realizar en deportistas entre un país u otro (por ejemplo, Italia, España o EEUU). Podemos decir que se acepta la utilidad del electrocardiograma de forma generalizada. El electrocardiograma es una técnica aceptada por su bajo coste y porque tiene la capacidad de detectar muchas de las cardiopatías implicadas en la muerte súbita de los deportistas más jóvenes. Fundamentalmente las miocardiopatías, las canalopatías y el síndrome de Wolf-Parkinson-White. La adicción de un ecocardiograma al protocolo no parece aportar mucho, además de suponer una medida que podría colapsar el sistema sanitario en caso de realizarse de forma indiscriminada. Puede valorarse su relación en casos concreto pues permite una valoración sencilla y completa del funcionamiento del corazón con el valor adicional de poder detectar anomalías coronarias congénitas, valvulopatías y patología de la aorta, así como otras alteraciones.
La Sociedad Europea de Cardiología, recomienda en “deporte no profesional”, una valoración médica centrada en analizar el perfil de riesgo de cada individuo, así como en la intensidad de ejercicio físico que se desea llevar a cabo. El objetivo de esta visita es prevenir la muerte súbita del deportista y otras complicaciones y reducir el efecto negativo que puede tener la actividad física en algunas enfermedades del aparato cardiovascular. Esta visita ha de incluir una detallada historia clínica con los antecedentes familiares de enfermedades hereditarias del aparato cardiovascular, antecedentes personales y la historia deportiva, así como de una entrevista dirigida para identificar posibles síntomas de alarma.
Es importante antes de iniciar la práctica deportiva, eliminar y controlar los factores de riesgo cardiovascular (dejar de fumar, control del colesterol, la presión arterial y el sobrepeso). En caso de que existan, se podría plantear la realización de una prueba de esfuerzo para aquellos sujetos que se planteen iniciar una práctica deportiva intensa. A pesar de que existe cierto debate con respecto a quien debería hacerse una prueba de esfuerzo, la corriente principal parece estar de acuerdo en que lo razonable sería que todo deportista federado o no y todo aquel que esté interesado en comenzar un programa de ejercicio la realice. En algunos casos la importancia es mucho mayor. Como detalla la fundación española del corazón, puede valorarse su realización en:
- “Deportistas con antecedentes familiares de enfermedades hereditarias del aparato cardiovascular, cardiopatía isquémica o muertes súbitas en menores de 55 años”.
- “Deportistas con factores de riesgo cardiovascular (hipertensión arterial, diabetes, dislipemia aterogénica, sobrepeso, tabaquismo, sedentarismo)”.
- “Y, sobre todo, en deportistas con alguna enfermedad cardiológica conocida o con síntomas de alarma (ver enlace). Es práctica habitual de los deportistas hacer caso omiso de estas señales que se ha visto que estaban presentes antes de 1 de cada 3 muertes súbitas”.
No se sabe cada cuanto tiempo es conveniente hacer una ergometría. Lo que sí parece claro es que interesan seguimientos más estrechos en caso de hallazgos sospechosos o dudosos, cardiopatías que requieren seguimiento y siempre que haya nuevos síntomas de alarma.
Programas de entrenamiento
Una vez controlados estos factores de riesgo y descartada la presencia de enfermedad coronaria subyacente (mediante la prueba que se considere oportuna), se aconseja iniciar la práctica deportiva de forma paulatina y regular. Se desaconseja de forma tajante la realización de ejercicio intenso de forma ocasional (pongo un ejemplo, ese señor/a fumador/a que juega al tenis o pádel una vez al mes)
Todas las sesiones de entrenamiento deben comenzar con una primera fase de calentamiento. Se recomienda que su duración sea de unos 10-15 minutos aproximadamente y que conste de tres partes fundamentales que se exponen a continuación y que deben cumplirse por este orden:
- Movilidad articular: rotación y movimientos suaves y progresivos de los distintos ejes articulares.
- Activación cardiorrespiratoria: desplazamientos suaves que impliquen la globalidad del organismo.
- Estiramientos de los grandes grupos musculares: se realizarán estiramientos preferiblemente estáticos de manera lenta y progresiva, manteniendo la posición unos 15 a 30 segundos aproximadamente y cuidando que se hagan con la técnica correcta. En la fase de calentamiento, a diferencia de la recuperación, con realizar 1-2 repeticiones por grupo muscular podría ser suficiente.
Posteriormente se podría comenzar ya la fase de ejercicio. En esta fase se realizará el entrenamiento prescrito, que será predominantemente aeróbico en el caso de pacientes cardiovasculares, normalmente caminatas, carrera o en bicicleta para el trabajo específico de resistencia. La duración y la intensidad del mismo deben ser individualizados, dependiendo tanto de la valoración funcional inicial como de la estratificación del riesgo que haya calculado su médico. Se debe tener en cuenta que en las primeras sesiones de entrenamiento el impacto psicológico de la enfermedad o el bajo estado de forma por la inactividad pueden ser considerables, lo que conlleva en ocasiones que el entrenamiento de resistencia en estas sesiones iniciales deba ser de pocos minutos de duración. Es recomendable, si es posible, combinar la resistencia con otros ejercicios sencillos para entrenar otras aptitudes físicas básicas que sin duda aumentarán su calidad de vida, como la fuerza (también ajustada su intensidad dependiendo de la patología que presente) o incluso ejercicios de habilidades motrices como los de coordinación, para finalizar con la flexibilidad en la fase de recuperación. El objetivo final es que progrese paulatinamente en esta fase hasta poder mantener de 45 min a 1 h de resistencia junto con el aumento de intensidad de la sesión (siempre cumpliendo la prescripción individualizada de su médico), y que esto se combine, como ya se ha dicho anteriormente, con ejercicios específicos de fuerza y de coordinación. Usted mismo observará como poco a poco mejorará su estado de forma e incluso su estado anímico. Posiblemente es la mejor inversión en salud que hará por y para sí mismo.
Finalmente es importante dedicar tiempo a una fase de recuperación. En los últimos 5-10 minutos es especialmente importante en pacientes cardiológicos que se reduzca progresivamente la intensidad de la fase de resistencia hasta la situación de reposo. Esta disminución paulatina evitará en algunos casos la aparición de arritmias que se provoca por la detención brusca del ejercicio físico y la aparición de otros efectos adversos como el mareo o la hipotensión. Por último, se realizarán de nuevo ejercicios de estiramientos/flexibilidad con el fin de recuperar y relajar el tono muscular, con unas 3 repeticiones por grupo muscular y manteniendo 20-30 sg cada estiramiento.